Uno de los problemas más comunes en las parejas hoy en día es la falta de deseo o lo que muchos confunden la falta de enamoramiento.
La falta de deseo puede presentarse en un 20% de las parejas, llegando a afectar a un 40% de las mujeres, en especial en las etapas cercanas a la menopausia. Se considera que es la ausencia o disminución de sensaciones, intereses, pensamientos o fantasías sexuales. La motivación para buscar la excitación es escasa o nula. Depende de una parte física en la que tiene gran importancia la testosterona y en el caso de falta de deseo sólo hacía el otro miembro de la pareja hay que investigar las relaciones personales.
El enamoramiento comprende una serie de reacciones emocionales que responden a descargas neuronales y hormonales. Todo parece comenzar con la producción de grandes cantidades de feniletilamina. Según los doctores Klein y Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York esta sustancia es la responsable de los cambios físicos y psíquicos que se producen cuando nos enamoramos. Posteriormente la feniletilamina estimula la secreción de dopamina y oxitocina (Ver funciones en la imagen). Se producen bajos niveles de serotonina y para complementar la situación, los niveles de testosterona se disparan, tanto en hombres como mujeres para aumentar el deseo sexual.
Según algunos estudios el amor apasionado dura entre los 6 y 8 meses (fase máxima) llegando a los dos o tres años. Ortega y Gasset le llamó “estado de imbecilidad transitoria”.
Pasado ese tiempo esa orgía de descargas neuronales y hormonales se apacigua y comienza una segunda fase controlada más por la vasopresina, la oxitocina y las endorfinas que van a producir las sensaciones de apego, que conllevan la sensación de seguridad, paz y bienestar con la pareja.
Como habéis visto hay una explicación física a las fases del amor y del deseo. El problema surge en las parejas cuando hay una discordancia entre los deseos de cada uno. Es decir no hay equilibrio entre lo que uno busca y lo que recibe del otro.
Habría que matizar que en estos casos hay que diferenciar varios aspectos de esta situación: Diferenciar claramente si es un problema de apego/afecto/enamoramiento o si es un problema de deseo sexual. Si se ha producido siempre o es de reciente aparición.
En el caso de que se trate de problemas de relación, de afecto, de apego, el enfoque sobre su tratamiento se hará en base a una terapia de pareja. Si la situación deriva de problemas físicos que conducen a disminución del deseo sexual las pautas de tratamiento se basarán en primer lugar en realizar un buen diagnóstico de la causa y en segundo lugar en aplicar el tratamiento médico o quirúrgico adecuado. Hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones una situación lleva a la otra: un bajo deseo sexual lleva a problemas de pareja y viceversa por lo que los tratamientos suelen ser combinados.
Lo que es más importante en estas situaciones es no demorar la visita a un especialista. Generalmente las personas que sufren estas situaciones piensan que es algo pasajero, que se arreglará sólo y muchas veces el dejar pasar el tiempo sólo lleva a agravar la situación y dificultar su tratamiento.